La curiosidad por buscarle respuestas a nuestra vida, a lo que nos interesa ha sido desde tiempos remotos. Aprender el significado y simbología de las cosas nos hace sentir “expertos” en alguna materia, pero no del todo es así. Existe un elemento indispensable para que todo conocimiento tenga influencia en ti o sobre alguien más y es el instinto y la intuición. Aquella energía que te susurra las cosas y te va indicando a donde mirar, qué decir y qué no decir, hasta donde aproximarte y cuando evitar hacerlo.
Cuando comienzas a formarte como terapeuta en cualquier área, hay un requisito clave para poder conectar genuinamente con la persona -me gustaría que te imaginaras como una puerta de acceso a su mundo- y es la siguiente: Deja de creer que existe un reglamento, un protocolo para conectar con las personas que deciden consultarse contigo. Lo que funciona para unos, deja de funcionar para otros. Debes estar atenta a la energía que te presenta la persona al momento de sentarse a conversar contigo, porque ahí está la clave de como proseguir.
El instinto es esa certeza que te lleva a un lugar físico, emocional o energético, te indica cómo acceder a la energía del otro, mientras que la intuición te arma una especie de guion para que lo puedas decir y así, al unir estas dos fuerzas, puedas conectar con la energía de la persona.
Pero ¿Cómo se puede conectar como terapeuta con esta energía?
¡Fácil!
Al momento de recibir a alguien que decide revisarse contigo, debes saber que puede estar nervioso por lo que le dirás, pudo pasar por malas experiencias en un pasado utilizando la misma técnica que le ofrecerás, puede tener las ilusiones a tope, se siente perdido o simplemente fue por curiosidad.
Sea como sea, es un momento de vulnerabilidad para la otra persona y honrar ese momento, dándote cuenta de que esa persona te eligió para que fueras tú quien lo guiara, merece respeto. La energía del respeto es tan poderosa, que convierte cualquier momento en algo trascendental. Es como observar la energía del otro y con amor indicarle que puede confiar en ti.
Cuando iniciamos cualquier consulta desde esta vía, nuestro instinto e intuición comienzan a obrar simultáneamente, es como una danza. Todo fluye y hay que tener confianza en esa voz, imagen o sensación que aparece. Es cuestión de practicar, practicar y practicar para aprender a reconocer su energía y así ponerla al servicio.
Absolutamente todos nacimos con el instinto y la intuición en nosotros, pero solo algunos aprendieron a utilizar esta energía a su favor. No importa la edad que tengas, si erraste una y mil veces, siempre vas a poder elegir esta vía del autoconocimiento y así descubrir cómo te habla tu voz interna.
Se requiere serenidad para escucharlas y sabiduría para recibirlas. Ábrete a su enseñanza y sé canal para muchos desde la energía del amor y el respeto.
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